miércoles, 3 de febrero de 2010

¡Envía un SMS, que algo queda!

¿Se han entretenido en leer los mensajes que se envían por SMS a determinados programas de televisión y que aparecen debajo de la imagen? Seguro que sí. Nadie puede sustraerse a ello. Yo, al menos, no puedo, hasta el punto de que muchas veces me sorprendo haciendo zapping sólo para leer esos textos indescriptibles, escritos a toda prisa, con muchas faltas y bastante mala leche la mayoría de las veces.


Sea quien sea el entrevistado, los tertulianos o el asunto a tratar: inmediatamente aparecerán mensajes de fieles incondicionales o enemigos acérrimos soltando las mayores barbaridades. Y, de paso, contra Zapatero, que debe ser la persona más citada, insultada y vituperada en esta especie de nueva red social. En esto si es interactiva la televisión. Y democrática, porque el regidor del programa sólo puede alentar al público del plató levantando el cartel “aplaudir” pero, que yo sepa, no tienen otro con “abuchear”. No: los abucheos y gritos –porque algunos SMS son auténticos gritos–, vienen de los telespectadores, dispuestos a gastar unos céntimos de euro para comunicar, de forma anónima, eso sí, su acuerdo o desacuerdo con lo dicho.

Mensajes de todo tipo, diferentes según los horarios (salvo en poner a parir a Zp), inocentes algunos y agresivos la mayoría, con suficientes faltas de ortografía para declarar inservibles todos los planes educativos de los últimos años, pero con un fondo que deberían analizar los sociólogos de este país y los gabinetes de los dirigentes políticos (me consta que no lo hacen) entretenidos en leer, ver y oír en otros formatos informativos o en las redes sociales de internet. Porque son una expresión anónima del contento o el descontento popular (más de esto último) expresada de manera tosca la mayoría de las veces, pero expresada.